A veces el lenguaje nos juega malas pasadas.
Es lo que ocurre, por ejemplo, de forma clara si contraponemos los conceptos de Legitimidad y
Legalidad.
Según los diccionarios de lengua catalana y
castellana, legitimidad es la cualidad de legítimo, de aquello “Fundamentado en
derecho, válido porque es conforme a la ley y a los principios aceptados”. La
legalidad es la cualidad de aquello que es legal, de lo que está “Conforme a la
ley”. Y significan realmente lo mismo? A primera vista lo parece, pero si
pensamos en las implicaciones de cada palabra nos daremos cuenta de que en el
uso diario no son y no implican lo mismo. Porque no siempre los principios
aceptados están alineados con lo que se legisla.
Los partidos políticos mayoritarios de España
vienen actuando últimamente de una forma cobarde, si bien les está dando buenos
resultados: campañas electorales con vagas promesas, objetivos inconcretos y
hasta ciertos puntos en los que mienten a conciencia, pues son promesas que van
en contra de lo que ellos son, de su status quo (ejemplos de ello son reformas
de la ley electoral o la ley de transparencia). Una vez llegados al gobierno
gracias a los votos conseguidos repitiendo hasta la saciedad ese programa, no
lo ponen en práctica justificando dicha falta por supuestas causas de fuerza
mayor: “ahora no es el momento”, “hay que alcanzar un amplio consenso”, “esto
no es lo que quiere la sociedad”, “los mercados y la coyuntura lo impiden”,
“los anteriores me han dejado tan mala herencia que no solo puedo hacer esto”;
y un largo etcétera. Lo primero que se deberían plantear es como pueden saber
lo que queremos o si estamos preparados si ni siquiera se han parado a preguntárnoslo.
Democracia por definición es un “Sistema de
gobierno basado en el principio de la participación igualitaria de todos los
miembros de la comunidad en la toma de decisiones de interés colectivo”. Se
entiende entonces que, cuando el gobierno de turno (con el beneplácito de la
oposición de turno o de algún partido mediano) decide bajar impuestos, alargar
la edad de la jubilación, hacer una reforma laboral colectiva o incluso una
reforma constitucional sin que ninguna de dichas cosas estuviera en su programa
electoral, ¿no está tomando decisiones de interés colectivo? ¿Es entonces
legítimo que actúen de esta manera? La ley que se han dado se lo permite, y en
eso se escudan, ¿pero no están en ese preciso momento perdiendo la legitimidad
al romper con “los principios de convivencia aceptados”? Desde el momento en
que nosotros nos sentimos traicionados por su forma de actuar, estamos
desproveyendo su actitud de legitimidad.
Pero eso sigue pasando porque, a la par que
descontentos, seguimos jugando su juego. No actuamos de forma consecuente.
Desde el momento en que entramos al trapo en sus prefabricados conflictos
clásicos (izquierda – derecha, religión – laicismo, nacionalismos,...), o
hacemos bandera del clásico “a mi que más me da, paso de votar”, les estamos
proporcionando la legalidad para seguir haciendo su juego. Y así consiguen, año
tras año, elección tras elección, seguir teniendo el soporte mayoritario del
pueblo, independientemente de la cantidad de votos.
Podríamos hacer muchas propuestas de mejora
que permitieran que la democracia que tenemos fuera realmente fiel a la definición
del concepto, y hacer una profunda reflexión sobre el modo actual de hacer
política. Eso es justamente en lo que tendríamos que hacer cada vez que vayamos
a votar.
¿Es realmente esta la política que queremos
para nuestro país? ¿Es realmente lógico ir a votar 1 vez cada 4 años solamente?
¿Y es lógico hacerlo pensando en el voto (in)útil? ¿Es una buena idea, si no
nos gusta el PSOE, ir a votar el PP (y viceversa)? Podríamos incluir en esta
afirmación a CiU, PNV, CC… ¿No es lo justo que vayamos a votar la opción que
más nos guste y que esa opción goce de una representación proporcional a la
cantidad de gente que la quiere?
Teniendo en cuenta que la abstención y el
voto nulo son inútiles (dejas de existir para el sistema electoral), el voto en
blanco poco útil (sólo le hacen caso el día después de las elecciones, y las mayorías
las siguen haciendo sin contarlo al mirar solamente porcentajes), pienso que la
mejor opción es ir a votar. Ir a votar en plena libertad, ir a votar buscando
la mejor opción, ir a votar pensando en las alternativas a su forma de hacer
política, ir a votar sin ataduras, sin condicionamientos, pensando única y
exclusivamente en quién nos ofrece una forma diferente de hacer política, más
participativa, más comprometida con la realidad, más alejada de los grupos de
poder y, sobretodo, más sincera y cumplidora. Las opciones existen, sólo se
necesitan ganas de informarse y de implicarse.
Está en nuestras manos que la política deje
de ser un grupo de gente que solo actúa dentro de su legalidad, está en
nuestras manos que empiecen a actuar también con toda la legitimidad que sólo
le puede proporcionar gobernar bajo la máxima zapatista, de “MANDAR OBEDECIENDO”.
Totalmente de acuerdo contigo
ResponderEliminarhttp://reflexionesdeunindignado.over-blog.es/article-manifiesto-para-la-refundacion-de-la-politica-6-79731654.html
Saludos
Aquí hago alguna concreción mas, pero de todos modos es una forma de abrir el debate
ResponderEliminarhttp://reflexionesdeunindignado.over-blog.es/article-acta-fundacional-del-partido-de-la-ciudadania-unete-y-recuperaras-tu-dignidad-80209845.html
Saludos